En una noche de innovaciones, en poco se diferenció la oferta taurina de la Plaza México respecto a lo que estábamos acostumbrados antes de la interrupción. Ello no obstante los aires de nuevo comienzo, en la medida en que este cartel, que antes de la suspensión hubiese acarreado, quizás, un tercio de la concurrencia que acabó por congregarse en los tendidos del embudo. Había ganas, afición, <<fiebre, fiebre que este vientecillo helado que nos acuchilla las carnes en las avenidas no alcanza a mitigar>>, diría Amado Nervo ante el inicio de alguna temporada de toros allá por las postrimerías del siglo XIX. Así lo confirmaron las 17 o 18 mil personas que cubrieron los tendidos de nuestro coso.
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¡Volvimos!
El Zapata personal con el capote
Lució llevando al caballo
Estoconazo
El Calita, buenos momentos
Antes del tumbo
Ajustado el Cala
Para variar, metió la espada
Juan Pablo no da el paso adelante
Prefiere el toreo de accesorio
Tarde gris de Sergio Flores
Con sus gatos el de Los Encinos
Otra estocada
El toro de José María Arturo Huerta, protestado
Borrosa, como el panorama
La chicuelina de Leo…
Y la trincherilla de Leo, ¿O el desdén?
Aspecto de la procesión
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Un comentario sobre “Al último el toro, al último el aficionado”